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Diario de Viaje. 7 días entre los Arribes del Duero y Oporto

En julio de 2024, nuestras vacaciones giraron alrededor del Río Duero visitando una de las zonas naturales más espectaculares de España, y también muy desconocida, como son los Arribes del Duero, y luego un recorrido por Portugal hasta Oporto.

Además, en Portugal, teniendo en cuenta que era nuestro tercer viaje a Oporto también aprovechamos para conocer algunos lugares fantásticos del norte de Portugal y que todavía no conocíamos.

Aquí tienes nuestro diario de viaje de 7 días disfrutando de la naturaleza, de una ciudad como Oporto y por supuesto, de Portugal, un país que nos encanta.

La preparación del viaje

Durante este viaje nos alojamos en dos hoteles y elegimos como es habitual el coche para desplazarnos. Por cierto, que es muy curioso que la gente ve completamente normal ir de Madrid a Cádiz (650km) o a Barcelona (625km) pero te miran raro cuando dices que vas a ir hasta Oporto en coche, que hay 560km. Parece que como está en otro país hay que ir en avión.

Para nuestra primera etapa, en el Parque Natural Arribes del Duero, elegimos la bonita localidad de Fermoselle, en la provincia de Zamora, y allí nos alojamos en el hotel Posada de Doña Urraca, un hotel muy bonito y familiar donde nos trataron de maravilla. Fermoselle es además un pueblo encantador y muy bien situado para conocer los Arribes del Duero.

En Oporto, el estilo de hotel cambió totalmente. De un pequeño hotel con encanto pasamos a uno de la cadena Novotel, que para ir con niños son perfectos porque están muy pensados para ellos. Bueno, en realidad nos alojamos en Vila Nova de Gaia, en el Novotel Porto Gaia. También nos gustó mucho, y además tiene piscina, un buffet para el desayuno genial y unas habitaciones amplias y cómodas.

Tanto en un hotel como en el otro estuvimos genial y os los recomendamos si vais a estas zonas. Como siempre os recomendamos esta página para conseguir noches de hotel gratis.

Día 1. Viaje hasta Fermoselle

Fermoselle es un pueblo de Zamora muy cerca de la frontera con Portugal y también con el límite con la provincia de Salamanca que no está muy lejos de Madrid. En poco más de 3 horas se llega por lo que el trayecto es muy llevadero, siendo casi todo por autopista y autovía excepto los últimos 65km a partir de Zamora.

Y ya que nuestro viaje gira en torno al Río Duero, decir que en este trayecto se pasa por varias de las localidades españolas más bonitas que baña este río. Por orden, Tordesillas, Toro y Zamora, tres localidades que recomendamos visitar, cada una con mucha historia y una gran arquitectura.

La primera tarde en Fermoselle la dedicamos a conocer este pequeño pueblo. El hotel se encuentra más o menos a 1km de la Plaza Mayor y se llega rápidamente dando un paseo. Tampoco se tarda mucho en conocerlo siendo sus puntos más importantes, la Puerta del Villar, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cualquiera de sus callejuelas o el Mirador del Torojón desde donde se tienen unas bonitas vistas de la localidad.

Y para vistas también las que teníamos desde el mirador que tiene la Posada de Doña Urraca. Justo encima, subiendo unas escaleras se tienen unas vistas geniales que además se ven potenciadas al atardecer. Recomendable.

Así acababa nuestro primer día de este viaje. Y nos preparábamos para el día siguiente ir a visitar varios de los miradores de los Arribes del Duero y disfrutar de este genial parque natural.

Día 2. Ruta por los Arribes del Duero

Amanecía un sábado de verano que iba a ser caluroso por lo que decidimos madrugar. Bueno, todo lo que nos dejaba el hotel porque el desayuno empezaba a las 9 y no antes. Era un hotel pequeño y familiar y suelen tener horarios menos amplios. No pasa nada.

Tras el desayuno comenzó nuestro viaje camino de los mejores miradores. Primero bordeamos el espectacular Embalse de Almendra, en el Río Tormes poco antes de su desembocadura en el Duero. Impresiona verlo y es que su presa es la más alta de España con 202 metros de altura. Es además el tercer embalse más grande del país tras los de La Serena y Alcántara, ambos en Extremadura.

El Mirador de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo

Poco tiempo después, tras entrar en la provincia de Salamanca, llegamos a la localidad de Pereña de la Ribera y desde ahí hasta la Ermita de Nuestra Señora del Castillo y su mirador del Duero (que no se debe confundir con otra del mismo nombre unos km más al norte).

Lo mejor de este mirador es que se puede llegar en coche por carretera asfaltada hasta él mismo. Y se tienen unas vistas geniales. Con toda la tranquilidad que se puede tener, porque allí no había absolutamente nadie, disfrutamos del primero de los miradores.

El Mirador del Fraile

El segundo mirador la que fuimos no necesita presentación. Es probablemente el más visitado de los Arribes del Duero aunque hay que decir que no había demasiada gente cuando fuimos. Se trata del Mirador del Fraile, situado en la localidad de Aldeadávila de la Ribera. Para llegar hasta él primero hay que dejar el coche en un parking habilitado junto a una subestación eléctrica y desde allí caminando fácilmente por una carretera asfaltada más o menos un kilómetro.

Lo que te espera tras ese kilómetro te deja sin aliento. Un mirador situado en una plataforma elevada sobre las rocas desde donde se puede ver la Presa de Aldeadávila, una impresionante obra de ingeniería, y las inmensas paredes de granito que emergen sobre el Río Duero así como las aves que anidan en la zona.

Lo único malo es la vuelta, que aunque no es mucho….es cuesta arriba. De eso ya nos íbamos dando cuenta a la ida pero no pasa nada, merece la pena. Por cierto, desde ese parking también puedes hacer una ruta a otro de los mejores miradores de la zona, el Mirador del Picón de Felipe.

El Mirador del Picón del Moro

Pero nosotros decidimos ir un poco más al sur hasta otro mirador, también poco visitado. El Mirador del Picón del Moro, en Saucelle. Este mirador se encuentra en lo alto de un risco al que hay que acceder subiendo unas escaleras, primero de piedra  y luego metálicas, como el mirador. Las vistas son también muy buenas y el parking para dejar el coche se encuentra a unos 500 metros.

A pocos metros del Picón del Moro se encuentra el Mirador del Salto, el último al que fuimos en esta ruta tan divertida que hicimos por los Arribes del Duero. Hay cientos de miradores, algunos más accesibles que otros, y seguro que otros elegirían otros miradores, pero estos fueron los miradores a los que nosotros decidimos ir.

De vuelta a Fermoselle

Eso sí, habíamos visto el Río Duero desde las alturas pero todavía nos quedaba verlo desde abajo, por lo que en el camino de vuelta a Fermoselle fuimos hasta la Playa del Rostro, donde además hay un embarcadero desde el que parten algunos de los cruceros que se pueden hacer por el río. Nosotros lo dejamos para otra ocasión porque no nos cuadraban las horas pero seguro que si volvemos, allí iremos.

El último punto de interés antes de llegar a Fermoselle, fue el Puente de San Lorenzo, sobre el Río Tormes después de la Presa de la Almendra.

Día 3. De Fermoselle a Oporto. Siguiendo el Alto Duero Vinatero

Emocionados todavía por las maravillas que habíamos visto el día anterior dejamos España y emprendimos camino hacia Oporto atravesando algunos de los lugares más bonitos del norte de Portugal. Pero no lo hicimos directamente sino que decidimos seguir una parte del curso del Río Duero y admirar los extensos viñedos de la zona.

Lo realmente interesante empieza en Alijó, a unos 140km de Fermoselle. Allí se coge una preciosa carretera que te lleva hasta Pinhao. Son unos 20km entre viñedos, al principio en una zona llana y después en una zona más montañosa en la que los viñedos se pierden de vista mirando hacia arriba y al horizonte.

Impresiona verlo porque todo lo que ves alrededor es lo mismo, de donde se obtiene el famoso Vino de Oporto. Y es que esta región, llamada Região Vinhateira do Alto Douro, es Patrimonio de la Humanidad justo por la belleza de sus paisajes.

Pinhao y Peso de Régua

En Pinhao hicimos una breve parada para descansar y también admirar su bonita estación de tren, cuya principal seña de identidad son los azulejos que la decoran y que representan escenas relacionadas con el vino y la vendimia. De Pinhao también hay que destacar el puente de hierro que cruza el Duero y que fue diseñado por el mismísimo Gustave Eiffel. Sí, el de la torre. Decir que en este viaje íbamos a visitar los 3 puentes que diseñó en Portugal ya que hay otros en Oporto y Viana do Castelo.

De Pinhao fuimos hasta Peso de Régua por una de las carreteras más bonitas por las que hemos ido nunca. Son unos 25km siguiendo todo el trayecto el curso del Río Duero entre viñedos y unas vistas geniales. Además, por el río se podían ver pasar los típicos barcos que lo surcan, unos pequeños que te llevan por la zona y otros mucho más grandes que vienen incluso de Oporto. Fuimos sin prisa porque no queríamos que esta carretera acabara nunca.

Peso de Régua es otro de los lugares emblemáticos de la región y es conocida como la capital del vino y es que es famosa porque de aquí partían los barcos (llamados rabelos y que ahora tienen un uso turístico) que llevaban los barriles de vino desde esta zona hasta las bodegas de Vila Nova de Gaia. Justo allí abandonamos el curso del Río Duero para ir hasta Lamego.

Lamego

Lamego es una localidad muy poco conocida entre los españoles pero tiene un encanto que no debería pasar desapercibido. Y sobre todo es conocida por el Santuario de Nossa Senhora dos Remédios, ¿Conoces Braga? Seguro que sí y por supuesto su famoso Santuario de Bom Jesús do Monte y sus escaleras. Pues este santuario te recordará a él.

Aparcar en Lamego es muy fácil ya que hay un aparcamiento gratuito gigantesco junto a la Avenida del Doctor Alfredo Sousa, que es el centro neurálgico de la población. Desde allí parten las 600 escaleras que te llevan hasta el santuario y que recomendamos subir (solo si estás en buena forma física). El reto es importante y a pesar del calor, cada vez veíamos más cerca su fachada barroca hasta que estábamos ante ella.

Hay que decir que si no te atreves no pasa nada porque también puedes subir en coche pero en ese caso no podrás disfrutar de la experiencia. Y no solo la de subir, porque luego hay que bajar los escalones, que parece fácil pero también hay que hacerlo.

Otros atractivos que tiene Lamego son su Catedral, en la que se entrelazan los estilos gótico y renacentista, o su Castillo, situado en la zona más alta de la ciudad.

Tras la visita de Lamego teníamos previsto visitar otra de las ciudades más bonitas del norte de Portugal, Amarante. Pero después de los 1200 escalones y el calor que hacía decidimos ir directamente hasta Oporto. Siempre hay que dejarse algo por ver en los viajes porque así tienes excusa para volver. La tarde-noche la dedicamos a descansar, ver el atardecer sobre la desembocadura del Río Duero desde nuestro hotel y cenar en él.

Día 4. Primer día en Oporto. Ribeira y Vila Nova de Gaia

Ya que esta era nuestra tercera visita a Oporto, la primera con niños, además de enseñarles algunos de los lugares más interesantes de la ciudad buscamos una serie de planes que pudieran gustarles a ellos. Y uno de ellos es sin duda el viaje en Teleférico en Vila Nova de Gaia.

El Teleférico de Gaia

Hasta allí nos fuimos tras el primer desayuno en nuestro hotel de Oporto (está en Vila Nova de Gaia realmente). El Teleférico de Gaia es una de las mejores formas de admirar el Barrio de Ribeira en Oporto. No puedes dejar de mirar hacia esa zona y hacer fotos y vídeos en los pocos minutos que dura el trayecto. Pero unos minutos muy intensos. Pero tampoco dejes de mirar hacia el otro lado porque ahí tienes las bodegas de Vila Nova de Gaia.

El viaje finaliza en la parte alta, junto al Puente Don Luis I y es bastante barato para lo que acostumbran costar este tipo de teleféricos. Poco más de 20€ la tarifa familiar de 2 adultos y 2 niños. Hemos llegado a ver ese coste solo por persona. Al finalizar decidimos subir más, ahora andando, y fuimos hasta el mirador que hay a los pies del Monasterio de la Sierra del Pilar para seguir admirando Oporto.

El Puente Don Luis I y la Catedral de Oporto

Antes de cruzar el Puente Don Luis I, cuya parte superior está reservada al Metro y la inferior al tráfico rodado, nos relajamos un rato en el Jardín do Morro. Y ahora sí, por fin cruzar el puente por su parte superior. Por cierto, antes os hemos dicho que en Oporto hay un puente diseñado por Gustave Eiffel. Pues decir, que al contrario de lo que mucha gente cree, este no es el puente. Lleva a confusión que es de hierro, pero el de Eiffel está un poco más al este.

Por cierto, que si quieres conocer todos ellos no te pierdas nuestro artículo sobre los 6 puentes de Oporto.

Tras cruzar el Puente Don Luis I ya nos encontrábamos en Oporto. Y nuestra primera visita fue la Sé, es decir, la Catedral de Oporto, uno de sus principales monumentos y que destaca por su estructura fortificada que es tan característica en Portugal. El interior de la catedral es muy interesante pero lo mejor de todo es su Claustro, que tiene 2 niveles y cuya visita es obligada.

El Barrio de Ribeira

Tras visitar la Catedral tocaba callejear y disfrutar del encanto que tiene Oporto, ese ambiente que enamora a todos sus visitantes y que hace que tengas ganas de volver. Recorrer estas calles tiene un encanto que casi no se puede explicar con palabras y ahí estábamos nosotros bajando dejando a un lado la Iglesia de San Lorenzo dos Grilos y llegando en pocos minutos a la parte baja del Barrio de Ribeira.

El Barrio de Ribeira es el principal barrio del centro histórico de Oporto, y que es Patrimonio de la Humanidad. Es la zona más antigua y que representa el alma de la ciudad. Pasear por aquí es de las mejores experiencias que puedes vivir en tu vida.

Nuestro paseo por Ribeira finalizó cruzando nuevamente el Puente Don Luis I, esta vez por la parte inferior para después volver al hotel a descansar y pasar la tarde en la piscina. Porque cuando estás de viaje con niños no todo es hacer visitas. El simple hecho de estar en una piscina ya es una experiencia.

Oporto - Plaza Ribeira

Día 5. Día de playa y de canales

¿Canales? Sí, luego lo veréis. ¿Y playa? Si no nos gustan las playas… Y no, no nos gustan mucho pero si vas con niños y el mar está cerca siempre hay que reservar un día para ir a la playa.

Los alrededores de Oporto están repletos de imponentes playas pero hay que decir que buena parte de ellas son muy rocosas y el baño es complicado. Así es por ejemplo la Playa del Señor de Piedra, donde hay incluso una capilla y que dicen que es la mejor playa del norte de Portugal. Pero no fuimos a ella, fuimos a las playas de Espinho.

Y fue un gran acierto porque además de ser una playa de arena dorada inmensa, tanto que casi parecía vacía a pesar de que fue bastante complicado aparcar, no hay casi rocas y el baño es fácil. Bueno, no tan fácil porque el agua está a unos 16-17 grados y meterse es solo para valientes. Pero si fuimos valientes para subir 600 escaleras, ¿por qué nos iba a asustar la temperatura del agua?

Estamos más acostumbrados al agua del Mediterráneo pero las aguas del Atlántico juegan en otra liga. Allí, o te mueves o te congelas. Cuesta entrar pero una vez superado el shock es una maravilla. Y los niños disfrutaron mucho, que era lo importante.

Aveiro y sus canales

Tras la divertida mañana de playa nos acercamos a Aveiro, otra ciudad que ya conocíamos de un viaje anterior pero a la que merece la pena volver. Y el motivo no es otro que sus canales, que son los que le dan el encanto especial que tiene esta ciudad. Mucha gente la conoce como «la Venecia portuguesa«. A ver, esto es bastante exagerado. En realidad en Aveiro hay 2-3 canales que nada tienen que ver con la ciudad italiana por lo que mucha gente se siente decepcionada cuando va. Pero encanto vaya si tiene.

Y además tiene una gastronomía envidiable. Allí comimos una de las mejores lubinas que hemos tomado nunca. Y es que en Portugal hay vida más allá del bacalao. Casi cualquier pescado es increíble. Y si además lo acompañas con un entorno como el de Aveiro pues mucho mejor.

aveiro-canales

Día 6. Viana do Castelo y Matosinhos

¿Sabéis que en el hotel el desayuno comenzaba a las 6:30h? ¿Y quién desayunará a esa hora? Pues alguien lo hará si lo abren a esa hora, desde luego.

No era la hora a la que nosotros íbamos pero hemos de decir que los horarios de Portugal nos encantan. La gente come y cena pronto y eso es algo que en España no se entiende, acostumbrados a hacerlo muy tarde. Pero eso va contra nuestro ciclo biológico, provoca que las jornadas laborales se alarguen y es un error. Por supuesto, es nuestra opinión, que sabemos que hay gente a la que sí le gusta.

Y tras el desayuno nos fuimos hasta Viana do Castelo, una localidad muy cerca de la frontera con España y que es una de las más bonitas de Portugal. En ese caso, no la conocíamos y cuando llegamos allí nos preguntábamos cómo es posible que así fuera con la de veces que hemos ido a Portugal.

El funicular de Viana do Castelo

Lo primero que hicimos en Viana do Castelo fue aparcar el coche en el parking que hay junto al funicular que te lleva hasta el principal atractivo de la ciudad, el Monte de Santa Lucía donde se encuentra el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, que vigila todo el norte de Portugal.

Nada menos que 100 años tiene el funicular más largo de Portugal. Son 650 metros que se recorren en unos 10 minutos (no, no va muy rápido) y que te llevan a un mirador de excepción situado a los pies de un santuario que recuerda, salvando las distancias, al templo situado en el Tibidabo de Barcelona. Y es que ambos están dedicados al Sagrado Corazón de Jesús. Sí, tienen muchas diferencias pero un aire sí que se dan.

Las vistas que hay desde arriba son impresionantes. Se ve toda Viana do Castelo y el Océano Atlántico. Y el espectáculo ya empieza desde que vas subiendo en el funicular ganando altura. Sin duda, merece la pena. Tras admirar las vistas bajamos en el mismo medio de transporte en el que por cierto hacía un calor insoportable, no solo dentro del funicular sino también en el edificio mientras esperas.

En centro histórico y el Gil Eannes

Tras bajar del funicular, cogimos el coche y lo llevamos a otro parking junto al centro de Viana do Castelo. No es que sea un paseo muy largo pero el calor era importante ese día y mejor evitar un recorrido que tampoco aportaba nada.

En el centro de Viana do Castelo se encuentra la Plaza de la República, que es el centro neurálgico de la ciudad y donde se encuentran algunos de los lugares más emblemáticos que debes visitar, como el antiguo Ayuntamiento, que tiene aspecto de castillo, el Museo del Traje, la Casa de Misericordia o la fuente. A pocos metros se encuentra además la Catedral de Viana do Castelo, que cuando fuimos estaba cerrada y no pudimos visitar.

Pero lo que sí pudimos visitar fue el Barco Gil Eannes, que sin duda fue la gran atracción para los niños este día. Este barco, atracado en el puerto de Viana do Castelo funciona como museo y es un antiguo barco hospital que servía de apoyo a los pescadores de bacalao que faenaban en los mares de Groenlandia o Terranova. Hoy en día ya no son necesarios estos barcos pero gracias a este podemos ver cómo era la vida en uno de ellos.

El Gil Eannes parece un salto al pasado. Tras acceder (es muy barata la entrada) empiezas a recorrer camarotes, las salas de máquinas y hasta los quirófanos. También las salas de curas, las habitaciones de los enfermos, el puesto de mando… Una visita muy interesante y sorprendente que recomendamos hacer a todo el que visite Viana do Castelo.

El barco nos había dejado un gran sabor de boca y así volvimos hasta nuestro hotel de Oporto para pasar la tarde otra vez en la piscina antes de ir hasta Matosinhos para cenar.

La cena de Matosinhos

¿Y por qué Matosinhos? Pues porque habíamos leído que allí estaban los mejores restaurantes de pescado y marisco de la zona. Y no solo los mejores sino también muchos para elegir. La oferta es inmensa y variada.

Decir que Matosinhos está muy cerca de Oporto y tiene una playa muy famosa. Es una playa urbana a la que se puede llegar en Metro por lo que suele estar muy concurrida. Y además es muy grande. Junto a ella se encuentra Tragedia en el Mar, un monumento que recuerda una tragedia ocurrida el 1 de diciembre de 1947 cuando murieron 152 pescadores tras el naufrágio de 4 traineras. La escultura es sobrecogedora ya que en vez de mostrar a unos pescadores se muestran a sus huérfanos y viudas.

La cena fue en el restaurante Dom Zeferino. No solemos recomendar restaurantes pero aquí vamos a hacer una excepción porque el pulpo a la brasa era excepcional y el trato recibido inmejorable.

Día 7. Último día en Oporto

¡Por fin un día sin calor en Oporto! Amanecía con unos 17 grados y una lástima que fuera en nuestro último día pero mejor tarde que nunca.

El World of Discoveries

Nuestra primera visita del día fue el World of Discoveries, un museo interactivo muy interesante situado junto al Río Duero dedicado a la historia de los navegantes portugueses y sus descubrimientos. La pequeña fachada exterior no te da una idea del tamaño de la exposición que vas a encontrar dentro y que merece la pena tanto si vas con niños como si no, pero con ellos es todavía más emocionante. Y desde luego, si te gusta la historia, este es tu museo.

Tras entrar en el World of Discoveries tienes unas salas de «museo clásico» aunque interactivo porque casi todo lo puedes tocar. Y además está lleno de pantallas táctiles para obtener toda la información que te ofrecen.

Pero la gran sorpresa es cuando parece que has llegado al final de un museo pequeño y te encuentras con un viaje en barco de 15 minutos que te lleva por los confines de la Tierra a los que llegaron los portugueses, como China, Brasil, Macao, África… Todo ello acompañado por interesantes explicaciones en el idioma que elijas mientras ves los diferentes escenarios y efectos.

La Avenida de los Aliados y sus alrededores

En nuestro primer día en Oporto visitamos la zona más antigua de la ciudad. Pues ahora tocaba la más moderna y hasta allí nos desplazamos, concretamente hasta la Avenida de los Aliados y sus alrededores donde se encuentran algunos lugares de interés tan importantes como la Torre de los Clérigos (no subimos porque ya lo hicimos en un viaje anterior), la bonita Estación de San Bento, que estaba en obras pero que aún así se podía visitar su bonito interior, o el Mercado de Bolhao.

Junto al Mercado de Bolhao está la Iglesia de Santa Catarina, una de las más bonitas de Oporto, y la Rúa Santa Catarina, la calle comercial por excelencia de Oporto repleta de tiendas y con muchos restaurantes alrededor. En uno de ellos comimos la famosa francesinha de Oporto.

Nuestro recorrido de este último día en Oporto finalizó volviendo a la zona del Río Duero, junto al Barrio de Ribeira y el Palacio de la Bolsa, otro de los principales edificios que visitar en esta ciudad.

Acababa así nuestro viaje de 7 días que comenzaba en España visitando los Arribes del Duero y finalizaba en Oporto, una ciudad que nos encanta y a la que seguro que volveremos.

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