Vivimos un boom turístico en los últimos años que ha puesto en jaque a numerosos destinos.
Diversos factores, como la euforia post-pandemia por viajar, el cambio cultural de los jóvenes que ahora priorizan conocer nuevos lugares en lugar de adquirir una vivienda, el postureo en redes sociales y el aumento del poder adquisitivo de turistas provenientes de países emergentes, han provocado un aumento significativo en el número de personas que desean disfrutar de la experiencia de viajar.
Como consecuencia, muchos destinos se han visto masificados, lo que representa un verdadero problema tanto para los habitantes locales como para los turistas. Estos últimos, a menudo, recorren grandes distancias y gastan dinero para descubrir lugares que finalmente no pueden disfrutar debido a la sobrecarga turística.
Los problemas de la saturación
Antes de nada, es importante preguntarse por qué se produce la masificación en un lugar. La respuesta es clara: porque todos queremos ir al mismo sitio al mismo tiempo. No hay problema si esto ocurre de forma puntual, saturando el lugar solo unos pocos días al año, pero cuando se convierte en un fenómeno repetido y constante, entonces nos enfrentamos a un serio problema de masificación.
Además de los destinos clásicos que todos conocemos, se han añadido aquellos «lugares secretos» que se vuelven virales en redes sociales como Instagram, donde alguien los promociona y, de repente, muchos quieren ir a posturear y hacerse la misma foto. También están aquellos sitios que han sido localizaciones de series populares, a los que todo el mundo quiere ir, a veces sin que el lugar tenga realmente un interés turístico destacado.
Los problemas que enfrenta un destino masificado son numerosos. Aunque algunos defienden el argumento de que «dejamos mucho dinero allí», esto no siempre es cierto. En muchas ocasiones, hemos visitado lugares por unas pocas horas sin realizar ningún gasto significativo, pero aun así hemos contribuido a la masificación. Además, los problemas no afectan solo a las personas, sino también al medio ambiente, ya que muchos de estos lugares son maravillas naturales que no pueden soportar un volumen elevado de visitantes.
¿Qué podemos hacer los viajeros?
Muchas voces abogan por la respuesta fácil a esta pregunta, que es no ir y quedarnos en casa. Pero no es la solución ya que el turismo es una experiencia enriquecedora para el ser humano y además muchos puestos de trabajo dependen de él. La solución no es dejar de viajar sino hacerlo de una manera que no masifiquemos el lugar. ¿Y cómo podemos hacerlo? Pues aquí algunas soluciones:
- Viajar en épocas de menor afluencia. Esto es difícil porque mucha gente viaja cuando puede, cuando tiene vacaciones. Pero intentar hacerlo fuera del verano o de puentes, ir entre semana o incluso hacerlo en horas en las que hay menos gente (a primera o última hora por ejemplo) es la mejor solución.
- Alojarse solo en alojamientos legales. Y es que los pisos turísticos ilegales son quizás el principal causante del problema. Las plazas disponibles de una ciudad están (o deberían) dimensionadas para el máximo número de visitantes que puede recibir pero si sumando los alojamientos ilegales se dobla, como en muchos lugares, el número de plazas entonces el destino se masifica.
- Olvidarse de las redes sociales. Sed sinceros, ¿viajáis para disfrutar de la experiencia o para que los demás vean lo que estáis haciendo? El postureo en redes sociales lleva a situaciones absurdas como hacer horas de cola para hacerse una foto en un mirador, en una cala o incluso en una puerta. Horas de cola para hacerse la foto e irse.
- Visitar lugares menos conocidos. Obviamente si vas a París no te vas a perder la Torre Eiffel. Pero también puedes disfrutar de rincones menos conocidos y que no estén saturados. Eso sí, luego no los compartas en las redes sociales porque podrían llegar a masificarse y volver a empezar.
- No viajar en grupos grandes. Lo peor que le puede pasar a un destino es que lleguen a la vez una gran cantidad de turistas. Y en la cúspide de este tipo de viajes se encuentran los cruceros. Imaginad 5000 personas llegando a la vez al mismo lugar. Viajar en solitario, en pareja, en familia o en grupos pequeños es lo más conveniente.
- Si no tienes dinero, no viajes. Así de simple. ¿Y cómo viaja la gente que no tiene dinero? Pues muchos pidiendo créditos. Sí, increíble pero no os imagináis la cantidad de gente que se endeuda para viajar. También hay gente que viajar con gasto mínimo comiendo de supermercado o durmiendo incluso en parques. Estos turistas de baja calidad hay que eliminarlos.
Las medidas que pueden tomar los responsables de los destinos
Muchos destinos ya saturados, o incluso otros que se están adelantando a ese momento, ya están tomando medidas. Algunas están teniendo éxito y otras la verdad es que no vemos que tengan mucho sentido. Pero igual nos acaban sorprendiendo y funcionan.
En cualquier caso, aunque muchas pueden ser comunes, las medidas a tomar deben ser muy personalizadas dependiendo de las características del lugar. Lo que funciona en una isla como Mallorca a la que solo se puede llegar por mar o aire no tiene por qué funcionar en Barcelona a donde se puede llegar por carretera. Tampoco pueden ser iguales las medidas en una ciudad costera como Málaga que en una de interior como Madrid.
Soluciones en las ciudades
Cada vez hay más ciudades saturadas. En España tenemos los ejemplos de Barcelona, Málaga, Santiago de Compostela o San Sebastián. Fuera de España la más famosa es Venecia pero también otras como Dubrovnik, Amsterdam o Roma. ¿Y qué pueden hacer o están haciendo las ciudades?
- Perseguir los alojamientos ilegales. Esto requiere un gran esfuerzo para los ayuntamientos porque se necesitan recursos para encontrarlos. Pero no es difícil hacerlo ya que ellos mismos se dan a conocer anunciándose en páginas web.
- Dar a conocer otras zonas alternativas menos conocidas. Tanto de la ciudad como de los alrededores. Esta medida no sabemos si es muy efectiva ya que los atractivos más conocidos de las ciudades siempre querrá ir la gente. No vas a ir a Roma sin ir al Coliseo ni a Barcelona sin ver la Sagrada Familia. Además, esta medida tiene un riesgo y es que se acaben saturando otras zonas que ahora no lo están.
- Limitar el número de visitantes. Sin duda sería la medida más efectiva pero muy difícil de implementar ya que a una ciudad no solo van turistas y también van personas a muchas otras actividades.
- Aprovechar la tecnología. ¿Qué os parece una app que te diga en tiempo real cómo de saturado está un lugar? Porque claro, nos dicen que no vayamos a sitios masificados pero no sabemos si lo está hasta que no llegamos allí.
- Limitar el número de tours o su tamaño. Hay ciudades, como Amsterdam, en los que han limitado el número de tours que se pueden realizar en una zona y otras que incluso limitan su tamaño. No es lo mismo un tour para 10 personas que para 50.
- Limitar o prohibir los cruceros. Sí, así de radical si el problema no se soluciona limitando. Los cruceros son turismo de baja calidad para las ciudades (de alta calidad para las navieras…). Los cruceristas llegan todos a la vez a la ciudad, visitan todos a la vez los mismos monumentos y luego regresan al barco a comer sin dejar dinero en la ciudad.
- No promocionar lugares instragrameables. Hemos visto páginas oficiales de turismo donde ya dan pistas de qué lugar ir a saturar para hacer la foto de postureo. Increíble pero cierto.
Soluciones en monumentos, museos y puntos de interés
Los gestores de los monumentos también pueden conseguir evitar la saturación, no solo del propio monumento sino del barrio donde se encuentra e incluso de la ciudad entera:
- Visitas solo con reserva anticipada por internet. Esta medida la tienen implementada la gran mayoría de museos y monumentos pero solo es eficaz si la reserva únicamente se puede hacer por internet. Si también venden entradas en taquilla lo que consigues es que hasta allí se desplace mucha gente a hacer cola o incluso para nada si finalmente llegan y no hay entradas disponibles. Y es que, lógicamente, si sabes que no puedes entrar en un museo no te vas a desplazar hasta allí.
- Menores aforos y límite de visitantes. Sí, es una medida que puede perjudicar al gestor del monumento pero a la larga saldrá beneficiado porque la experiencia será mejor. Nosotros visitamos la Casa Batlló de Barcelona entre una marea de personas que impidió que disfrutáramos de esta maravilla de Gaudí. Sus gestores claramente venden más entradas de las que admite el edificio.
- Establecer recorridos únicos. En muchos monumentos será difícil pero en los que se pueda es una gran medida ya que si el flujo de visitantes es en una misma dirección la saturación es menor. Esta medida debe ir acompañada sí o sí de la anterior para que no nos pase como en el Palacio de Versalles, donde el recorrido es en la misma dirección, sí, pero hay tanta gente que es imposible pararse a admirar las estancias y te ves empujado a seguir a la marabunta.
- Establecer precios dinámicos. En buena parte de puntos de interés las visitas se concentran en unas pocas horas. ¿Y si en las horas de menor afluencia el precio fuera menor? Igual mucha gente desplazaba su visita a esa hora. Pero es que esto incluso se podría hacer de manera inteligente aumentando o reduciendo los precios según las entradas ya vendidas.
- Fomentar visitas en temporada baja. Por ejemplo con exposiciones o eventos que solo se realicen en temporada baja e invite al turista a ir en esas fechas.
¿Y en destinos con visitas de un solo día?
Hay pueblos y ciudades que debido a su pequeño tamaño o que están cerca de otra ciudad muy turística ven como durante el día se masifican sus calles y luego todos se van de allí dejando el destino vacío a media tarde. En estos lugares el gasto que dejan los turistas es muy bajo ya que ni siquiera se alojan allí.
Como mucho, si el pueblo tiene una buena oferta gastronómica mucha gente se quedará a comer (pero no a cenar) en algún restaurante. Pero hay muchos que ni eso porque igual se visitan en un par de horas.
Estas ciudades pequeñas lo que deberían intentar es atraer a turistas que quieran quedarse varios días. Pueden promocionar rutas turísticas de varios días o actividades nocturnas que obliguen a quedarse allí más tiempo y no colapsar la ciudad en unas pocas horas. Toledo o Segovia son ciudades que por su cercanía a Madrid reciben muchos turistas cada día que luego regresan a la capital. Pero son ciudades que tienen un patrimonio tan rico que merece la pena quedarse 2 o 3 días.
En pueblos pequeños a los que solo se puede llegar en coche se podría establecer un sistema de reservas de aparcamiento y no admitir más coches cuando estén completos. Y por supuesto, construyendo esos aparcamientos en las afueras limitando el acceso al pueblo en coche solo a residentes.
Y por supuesto también pueden hacer lo mismo que ciudades grandes: reservas en miradores o monumentos, límite de visitantes, etc.
Las soluciones en destinos naturales
En destinos naturales es fundamental evitar la masificación y no solo por las molestias que puedan sufrir los habitantes de la zona sino por motivos medioambientales y de conservación. Un parque natural no puede recibir miles de personas como puede hacerlo una ciudad y además aquí el gasto sí que es 0 €. Algunas medidas que se pueden tomar y muchos hacen:
- Establecer reservas previas para visitarlo. Es uno de los sistemas más eficaces y que funciona con mucho éxito en lugares como la Playa de las Catedrales o San Juan de Gaztelugatxe.
- Limitación de acceso con vehículo privado. Esto se ha conseguido también con mucho éxito en maravillas como los Lagos de Covadonga o en Ordesa donde en temporada alta solo se puede ir en autobuses lanzadera.
- Establecimiento de aforo máximo. De nada sirven las medidas anteriores si el número de personas que pueden ir es infinito. Esto ocurre en los Lagos de Covadonga donde no se puede ir en coche pero el tráfico de autobuses es importante. En Ordesa por el contrario hay un límite de personas que pueden estar en el parque a la vez por lo que si se llega al límite no suben más autobuses hasta que no baje alguien.
- Diversificar las zonas a visitar. Si es un espacio natural muy grande podrían establecerse diferentes puntos de entrada al mismo combinadas con las dos medidas anteriores. Así no todo el mundo estará en el mismo lugar al mismo tiempo.
La tasa turística
En muchas ciudades se ha establecido una tasa turística supuestamente para reducir el número de viajeros. Pero, ¿de verdad se reduce su número porque te cobren una tasa? Si voy a un lugar y me gasto 500 € por ejemplo, no me importará gastar otros 20 € de tasa turística. Esto no desincentiva.
Aún así, creemos que la tasa turística es muy importante, no para evitar la masificación sino para que los turistas que vayan contribuyan también al mantenimiento de los servicios públicos de la ciudad. Los turistas usamos transporte públicos, generamos residuos, utilizamos la red de agua y alcantarillado, si vamos en coche utilizamos sus calles, desgastamos sus aceras, etc.
La tasa turística es una medida justa para que el gasto que generan los turistas no recaiga en los vecinos de la ciudad.
Pero tienen un problema y es que suele cobrarse solo a los que se alojan en hoteles de esas ciudades. ¿Qué pasa con los que hacen una visita de un día y no se alojan? Por ejemplo, en Venecia, donde es fácil establecer un control de acceso se ha establecido una tasa para los visitantes que hacen justo lo contrario, no alojarse allí.
En ciudades donde no es fácil, tampoco es imposible. En Londres cobran una tasa por acceder al centro de la ciudad en coche y se hace con un sistema de cámaras que leen las matrículas. La tasa hay que pagarla por internet. Esto se podría establecer en cualquier ciudad y cobrar solo a los no residentes que van de visita (en Londres paga todo el mundo pero porque su objetivo es reducir coches para evitar la contaminación).